martes, 4 de octubre de 2011

Espíritu Marine

   Si ustedes vibran con la muerte de la soldado Vásquez en Aliens; si se les salta la lagrimilla cuando James, el niño protagonista de El Imperio del Sol, se cuadra y saluda al kamikaze a punto de despegar hacia una misión de la que no regresará; o cuando, en esa misma película, los soldados prisioneros en un barracón de campo de concentración hacen el pasillo, se cuadran y saludan a ese mismo niño, que acaba de realizar una acción que ninguno de ellos habría sido capaz. Si El Sargento de Hierro les parece un hijo de mala madre al tiempo que desearían contar con él entre sus mejores amistades; si han llegado a la última página de la novela Amos de Títeres con el pecho henchido; si se han imaginado vistiendo un exoesqueleto propulsado y formando parte de "Los Rufianes de Rasczak" mientras devoraban la novela Straship Troopers; si ustedes no necesitan que les justifiquen la existencia de la Academia de la Flota Estelar dentro del marco ficticio de Star Trek o si han jugado alguna vez a Space Hulk, Space Crusade, Warhammer 40.000, o alguno similar, suspirando porque les toque uno de los escuadrones de marines espaciales... entonces no hace falta que sigan leyendo, porque estoy seguro de que ayer algo se les removió en su interior cuando vieron el titular de prensa que rezaba: "Los Marines vamos a Wall Street... a proteger a los manifestantes". Y si no lo han leído aún, les ruego que lo hagan ahora, antes de proseguir.

Dos Marines protestando en New York. En la pancarta puede leerse: "Segunda vez que lucho por mi país. Primera vez que conozco a  mi enemigo".

   Coincidirán conmigo, espero, en que, en muchas ocasiones, el gesto puede ser tan elocuente como el mejor de los discursos. Si el gesto va acompañando a un buen discurso, ya ni les cuento. Y lo que quiero destacar en estas líneas es la importancia de un gesto: el de dar un paso al frente.
   Aún consciente –muy consciente– de cómo puedan interpretar algunos estas palabras, no me voy a detener aquí, por obvio, a explicar que nada tienen que ver con ensalzar aspecto alguno del belicismo, ni muchísimo menos. Yo digo lo que decía Asimov: "La violencia es el último recurso del incompetente." A  lo que quiero apuntar es a esos gestos que, sin saber muy bien por qué y provengan de donde provengan, nos conmueven y nos inyectan una mínima dosis de confianza y esperanza para seguir hacia delante. Hablo de valor, de sentido del deber. Hablo de que, dadas las circunstancias, tal vez lo que nos haga falta sea  fontaneros marines, profesores marines, jubilados marines, médicos marines, panaderos marines, arquitectos marines, licenciados, catedráticos y decanos marines, electricistas marines, conductores y taquilleros marines, funcionarios marines, autónomos marines, ingenieros marines, científicos marines, paletas marines, agricultores marines... Personas marines, en definitiva, con el valor, la conciencia y el sentido del deber, para con su propia dignidad y para con su prójimo, suficientes como para dar un paso al frente; no para iniciar una guerra o pegarse con la policía, sino para plantarse y decir basta, hasta aquí hemos llegado, con todas sus consecuencias, sin temor a perder estatus, comodidades y privilegios ilusorios si ello ha de contribuir al bien común.

   Entiéndame el que me quiera entender, porque cada vez que leo la frase del marine Reilly "Si quieren acceder a los manifestantes para golpearles tendrán que pasar primero a través del puto Cuerpo de Marines" se me hace un nudo en la garganta y quisiera echármelo a la cara para responderle un sonoro y rotundo "¡Señor, sí, señor!".

6 comentarios:

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  2. Reminiscencia de Rabasa en un surquillo de tu cerebro? Yo también me conmuevo al creer que el cambio profundo de pensamiento que necesita esta era es posible. Por cierto, donde se puede pillar tu libro. La mami.

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  3. Apreciado juglar,

    Quizá Thomas Highway y Salvor Hardin no sean tan diferentes, en el fondo.

    Siquiera por evolución de las personas, se pueda reducir la distancia hasta permitir el entendimiento. Por ejemplo, alguien que de joven pudo secundar la tradición ideológica familiar de turno, y en alguna etapa del camino de encontrase a uno mismo, quizá superase los prejuicios sobre “los otros”, llegando a conclusiones como el que alguien pueda opinar diferente a ti y no sólo no ser mala persona, sino incluso no estar equivocado, o que lo esté tanto como tú mismo. Se pueden dar más vueltas de tuerca, llegando a conocer gente que opinando diferente pueda tener razón al mismo tiempo. A mitad de travesía, ya dentro de lo cotidiano, podría resultarle más sencillo el aceptar que pueda estar equivocado, estarlo con frecuencia, y que a menudo pueda ser suficiente el escuchar al prójimo para solucionar lo de uno.

    El entendimiento, o los límites del mismo, aceptando como natural el que, incluso entre gente razonable, habrá posturas que no tengan por qué ser compatibles, y que tampoco resulte necesario el que lo sean, sin ser óbice para impedir la convivencia entre la gente. Por estos motivos, estoy especialmente atento a su blog, por aprender lo que pueda de los mecanismos de comunicación, en especial en lo referente al movimiento 15M, con una estructura que todavía está en evolución, y que personalmente lo considero muy valioso.

    Para concluir, más por gusto que por otra cosa, pero manteniéndome on topic pensando en que algo por el estilo pudo haber pasado por la cabeza de los marines en su momento de cruce de cables, adjunto un párrafo del ensayo “El credo del hombre libre”, del maestro Bertrand Russell:

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    Unido a sus compañeros por el más fuerte de los vínculos, el del destino común, el hombre libre descubre siempre una nueva visión en sí mismo, que derrama la luz del amor sobre cada tarea cotidiana. La vida del Hombre es una larga marcha a través de la oscuridad, rodeado de enemigos invisibles, atormentado por el pesar y el cansancio, hacia una meta que pocos abrigan la esperanza de alcanzar y donde nadie puede entretenerse mucho tiempo. Uno a uno, a lo largo del camino, nuestros camaradas desaparecen de nuestra vista, urgidos por las órdenes silenciosas de la omnipotente Muerte. Breve es el tiempo que tenemos para ayudarlos, para decidir su felicidad o su desgracia. Sirva el nuestro para derramar la luz del sol en su camino, para iluminar sus penas con el bálsamo de la simpatía, para ofrecerles la pura alegría de un afecto incansable, para infundirles fe en las horas de desesperación. No pesemos en alabanzas de odio sus méritos y deméritos, por el contrario, pensemos tan sólo en su necesidad, en sus penas y dificultades, en sus cegueras, incluso, que forman la miseria de su vida; recordemos que son compañeros de sufrimiento en la misma oscuridad, actores de nuestra misma tragedia. Y así, cuando se les acabe la vida, cuando su bien y su mal sean ya eternos por la inmortalidad del pasado, sintamos siempre que en su sufrimiento y su fracaso no tuvimos culpa alguna, sino que allí donde una chispa del fuego divino se encendió en sus corazones, estuvimos a su lado, con coraje, simpatía y palabras valientes en las que brillaba el más alto valor.
    >>

    Un saludo.

    P.D. Borré el comentario anterior para corregir faltas. No era consciente de que quedaba la marca de borrado (para la próxima, me limitará a llevar el muerto y mantenerlo contento).

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  4. Mari de Vil:

    ¡Qué alegría leerla por aquí! Me temo que tales reminiscencias son muy anteriores al episodio alicantino que me hacer rememorar... :-D ¡Pero qué alegría! Ahora mismo le escribo un correo (sigue teniendo la dirección de Terra?).

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  5. f75:

    Creo que con la comparación que hace entre Higway y Hardin queda todo dicho. :-D Gracias por su comentario y por esa cita del maestro Russell, siempre grande.

    Saludos

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  6. En Terra no Sigo con la cabeza mas bien en las nubes ;-) pero también estoy n mariasquintana@gmail.com. Allí t espero

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