Me resulta harto complicado hablar de la ficha "indignada" que inició sus evoluciones por el tablero hace poco más de un mes, se instaló y desinstaló en grandes plazas públicas, brega por encontrar un hueco en la arena política y en las pequeñas plazas de los barrios y, en estos momentos, recorre carreteras y caminos del mapa para concentrarse una vez más –algo que se le da bastante bien– en el centro de la Península. Me resulta difícil porque, como reacción caótica que es, sus ondas aún en expansión no presentan todavía formas definidas, al tiempo que, debido a la compleja composición de su sustancia, muestra múltiples facetas a las que prestar atención. Así que le iré dando vueltas, como si de un siempre recalcitrante cubo de Rubik se tratara.
Llamamos "movimiento indignado" (o 15-M, como les haga más gracia) a la expresión pública de lo que hasta ahora nos limitábamos a llamar "descontento", manifestada en forma de concentraciones en las principales ciudades españolas a raíz de la convocatoria de la hoy conocida plataforma
Democracia Real Ya (DRY en adelante). El éxito de tal convocatoria se ha debido a su oportunidad (sea prevista o fortuita), ya que aglutina sobre una base de descontento social y político de más de medio siglo a los primeros afectados por los problemas causados por "la crisis" y las políticas derivadas adoptadas: recortes en servicios sociales, parados, vivienda, edad de jubilación, pensiones... Podríamos decir que cierto grado de tensión acumulada se dispara el 15 de mayo, desatando una
eufuria (excitación provocada por un cabreo considerable) que da lugar, allí mismo y en caliente, a la instalación de campamentos en las plazas emblemáticas de las principales capitales –fenómeno que se iniciaría en la plaza del Sol de Madrid y que se reproduciría, de inmediato en Barcelona y poco después en otras ciudades, del mismo modo que estallan la minas en un campo minado, por simpatía–, dando lugar a lo que conocemos como las "acampadas"*. Señalar que, ya en aquel preciso instante, DRY se desmarcaría del espontáneo fenómeno colateral de las acampadas, en las que participaría como un actor más del variopinto reparto que las conformarían –reparto que revisaré más adelante–, pero de las que no asumiría, con toda lógica, responsabilidad alguna. Así pues, la misma noche de la explosión de
eufuria, atendiendo a las leyes de la termodinámica, las fluctuaciones, las posibles "soluciones" a un sistema, una circunstancia en estado crítico, se bifurcaban: por un lado DRY; por el otro, las acampadas. Juntos, pero no revueltos. Me parece necesario subrayar esta bifurcación, pues la considero determinante para tratar de entender lo sucedido hasta el momento y vislumbrar el futuro de ambas "soluciones posibles", si es que en realidad son dos...
De momento, lo conseguido –que, desde mi punto de vista, no es poco–, pertenece al ámbito de la expresión, de la comunicación, del intercambio y la puesta en común de ideas, pareceres, opiniones entre personas de tendencias ideológicas y culturales dispares que pasan del enfrentamiento compulsivo a una disposición al
diálogo y al
debate racional, así como una nueva constatación del potencial de las nuevas tecnologías y las redes sociales derivadas de ellas tanto en el ámbito informativo como en el organizativo; aunque, debo decirlo, ese mismo potencial tecnológico pueda conducir a precipitadas deducciones sobre premisas erróneas, al tiempo que convertirse en uno de los talones de Aquiles del "movimiento" –pues tiene varios, me temo–. Por supuesto, la vibración de tal fenómeno de comunicación tiene también sus resonancias en el entorno, pero, de momento, son sólo eso: resonancias. Ateniéndonos a los hechos, a día de hoy, DRY cuenta con "delegaciones" prácticamente en todas las provincias españolas y las acampadas, levantadas ya las plazas principales, han adoptado la forma de asambleas en ciudades, barrios y poblaciones de todo el país. Siendo MUY generoso puede significar una cifra de más de medio millón de individuos que mantienen una, llamémosle, "indignación activa". No, no me olvido de que hay una "conexión internacional", pero vayamos por partes.
En cualquier caso, antes de proseguir, creo necesario hacer un alto en un punto que, de forma inconsciente, se da por sentado sin estarlo realmente y que yo formularía así: ¿los "indignados", lo están todos por lo mismo?
(Continuará)
*
Ante la inmensa cantidad de páginas de acampadas, desisto de enlazar a una en concreto. Una sencilla búsqueda en Google les proporcionará material de sobra, aunque vista la página de una es como si las hubiera visto todas...