viernes, 8 de julio de 2011

Autores, cultura y los 40 ladrones (I)

   Suscribo sin pestañear las palabras de @SandroideV en su blog a raíz de los recientes acontecimientos en torno a la SGAE, y quiero aprovechar la tesitura para complementar sus impresiones con algunas experiencias, anécdotas y reflexiones propias que vienen a cuento y que, a lo largo de los años, a base de darme con los cuernos contra el muro –sistema inductivo de primer orden–, acabaron por demostrarme de forma empírica las hipótesis sobre las que uno ya venía galopando desde la tierna adolescencia, en lo que a la "industria de la cultura" se refiere.

   Quede constancia de salida que, además de mi condición de autor, conozco el mundo editorial –literario, musical y audiovisual– desde dentro, pues en todas sus variantes me he arriesgado y en todas me he arruinado, lo que me permite, si a ustedes no les importa, hablar con cierto conocimiento de causa desde todos los lados de la mesa.

   Dicho lo anterior, conviene empezar por aclarar un par de cosas si queremos hacernos una idea más o menos aproximada de la envergadura y los dobleces del asunto. La primera es que, como en otros tantos y tantos campos, nos encontramos aquí con otra de las muchos aspectos que adopta el gran timo de la estampita que representa el viejo modelo piramidal de nuestras sociedades, estructura que, [spam mode on] tal y como explico en mi último librito [spam mode off], se articula atendiendo a un escrupuloso proceder que, para describirlo con propiedad, hay que calificarlo como "mafioso"*. Combinando el control por parte de los trileros de los recursos, los medios de producción, de información, y el ejercicio de la fuerza –que en las sociedades "civilizadas" se disfraza de "ley"– con la ignorancia, los miedos y las necesidades del primo –cultivados con arrebatadora dedicación por los avispados fulleros– dicho proceder mafioso funciona a las mil maravillas. Así pues, de ahora en adelante y sin ánimo de ofender, me referiré a lo que comúnmente se denomina "industria de la cultura" como "mafia de la cultura". Sin embargo, esa denominación encierra todavía un equívoco, ya que a los trileros en cuestión, la cultura propiamente dicha, mientras no cambie –que es lo propio de la cultura– de forma desfavorable a sus intereses, se la trae al pairo; y aquí viene la segunda aclaración: para entender el tinglado debe tenerse en cuenta que la mafia a la que nos referimos NO vende cultura, vende, ante todo y sobre todo, papel y plástico.

*mafia. (Del it. mafia).
3. f. Grupo organizado que trata de defender sus intereses. La mafia del teatro
(Diccionario de la Lengua Española)
(Continuará)

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